Quebec, 8 de Septiembre

Madre madre ¡¡son las 3 de la mañana!! Aquí estamos con el ojo pegao. Yo por dormir y Juanjis por no pegarlo. Pobrecito, que no ha dormido nada. Así comienza nuestro desplazamiento a República Dominicana. Llegamos al microaeropuerto de Quebec a las 4:00 am, facturamos y a esperar para pasar el control de seguridad.

Cabe destacar la anulación por parte del gobierno canadiense, del programa de devolución de tasas al turista, ¡¡que cabrones!! Vaya putadita. En fin, pasamos el control y, por supuesto, a Juanjis le cachean de arriba abajo. Con la carita de niño bueno que tiene, y siempre le paran. Desayunamos unos krispis y esperamos unos momentos para embarcar en el primer avión del día.

Quiero dormir

En cuanto subimos al avión, nos quedamos dormidos. Aterrizamos en Newark y lo que prometía ser una escala infernal, se convierte en una travesía. Todo rapidísimo y fenomenal. En fin, que nos subimos al avión que no lleva destino a la playa. Creo que éramos los únicos no dominicanos de todo el avión, tanto que el azafato (dominicano también) nos hablaba en inglés. Eso parecía el Macumba con Fiesta Latina. Todos allí gritando, cantando, contándole la vida los unos a los otros… Esto promete. Despegamos (cosa de la que no me entero, estoy desnucada) y a redesayunar, un bocadillín buenísimo y parece que la cosa se calma, los dominicanos duermen. De repente empieza a oler a chamusquina, si, si, a chamusquina. Todos chillando que qué pasa que qué huele, cuando sale un morenito del baño que se estaba fumando un piti. ¡¡Que jodío!! Y de nuevo, el escándalo todos regañándole.

Vuelvo a desnucarme, y tras un rato, aterrizamos. Aplauso de rigor (y nosotros pensando que esto sólo pasa en España, pues parece que aquí peor). Ya en tierra firme, cogemos las maletas y a buscar el cartelito de nuestro transfer. Cuando teníamos pocas esperanzas de que apareciera, de repente vemos el cartelito que ponía "Morano" y allá nos lanzamos. Muy majetes todos,  un calor de muerte y la llegada triunfal que estaba allí esperándonos, media isla haciendo pasillito.

Nos montamos en nuestro transfer, una Vanette del año Pi que no era capaz de superar los 80 Km/h sin quitar el aire acondicionado. Y menos mal que corre poco, hemos visto nuestra vida pasar por delante de nuestros ojos en varias ocasiones: Pasquale, el conductor, aferrado al carril izquierdo en la "autovía" a la velocidad antes descrita, y nos pasa el coche del primer ministro a toda leche por la derecha… Adelantando a cientos de motoristas que van como locos, sin casco a toda hostia, y sin contar con los más peregrinos artilugios que llevan en el transportín… Pero el momento culminante viene cuando entramos en la carretera de doble sentido. Empieza la angustia en un adelantamiento donde tenemos que parar porque viene un coche de frente adelantando un camión y no de ha dado tiempo.

¡¡Qué miedo!! Por fin llegamos al hotel, después de dos horas de pánico y ver la vida dominicana por los pueblos por los que pasamos. Chabolas, motoristas, y muchos muchos bares llenitos todos. Tras rcoger las llaves vamos a ver con mucha expectación la habitación, que no está mal aunque la esperábamos mucho mejor tras ver las fotos en la web del hotel, pero aun así mola. Creo que estamos muy cansados para entusiasmarnos.

Nuestra habitacionNuestra habitacion

Así que lo primero que hacemos es irnos al piscibar a ahogar nuestras penas. Nos damos un bañito en la playa y ya empiezan a verse las cosas de otra manera.. No sé si por el alcohol o por el cansancio. Cenamos de puta madre y a dormir… A las 20:00, nuevo récord!!!!

Scroll al inicio