Empezamos nuestra aventura argentina bien prontito el viernes, puesto que el vuelo sale a la 1:30 de la mañana. Llegamos a la T4 a las 11, y menos mal que teníamos las tarjetas de embarque ya sacadas de antes, porque nos dijeron que el vuelo estaba a tope y que menos mal que las sacamos por la mañana… Ufff como para haberlo intentado con un free… Menos mal porque estos de Iberia ya siempre sobrevenden…
Mientras tanto nuestros amigos en la T1, Vicky, Matías, Cervi y Pedro. Ellos van con Air Europa, y según cuentan, son los primeritos de la fila. Me lo creo, porque a las 8 les llamé a casa y no estaban ya. Según Vicky, todo fue culpa de Iñaki, porque se poseyó y fue a las 8 a buscarles. Yayayayaya…. Y yo me lo creo.
En fin, que ya con la tarjeta de embarque, nos dirigimos a la puerta de embarque y nos encontramos con una señora argentina muy amable que nos dice que Buenos Aires es grande y feo… Y que tuviéramos mucho cuidado con la gente… Que mejor nos fuéramos a Mendoza que ella es de allí y es muy bonito. Cuando la dejamos, nos tomamos un café al lado de unos alegres irlandeses que estaban cantando, pedísimo ellos. Joder a los que les toque que faena…
Nos subimos al avión y comprobamos con alborozo que la faena es para nosotros… Que griterío, madre madre madre madre… Y lo mejor estaba por venir… Cogemos nuestro sitio, al lado de la puerta de emergencia, y enseguida despegamos… Uy que cómodo se está aquí… Uy que me duermo… Tres minutos debimos aguantar… Hasta que llegó el azafato diciendo a voz en grito ¡¿Pollo o Pasta?! Nos despertamos de un salto, tanto que se le escapó la risa al colega… Comemos y seguimos con nuestra dura tarea… Y aquí es donde los irlandeses nos han incordiado todo el viaje, porque con el alcohol, todos iban a mear al baño, creo que el baño más usado de la historia de la aviación. Hacían cola en la puerta, tapando la tele y el de atrás les gritaba para que se quitaran porque no podía ver la tele… Y nos despertaba… Venían otros, tapaban, gritaba, nos despertaba, y así unas pocas horas… Pero bueno no nos podemos quejar, porque nos hemos hecho más de la mitad de las 12 horas durmiendo, así se hace el vuelo mejor.
Llegamos a Buenos Aires a las 10 horas hora local. Bajamos del avión, y vemos que los chicos han llegado justo a la vez nuestra… Así que casi coincidimos en la cola de inmigración. Tras una horita de espera en la cola, pasamos, recogemos el equipaje y vamos a buscar los coches de alquiler… Parece que la suerte nos acompaña, y nos actualizan a unos coches mejores. Nos dan un Chevrolet Corsa con culo y un Toyota Corolla con culo también, genial para nuestros equipajes, que por cierto, vamos cargados como la mula Francis…
Nos encaminamos a nuestra residencia en la casa del Mago, el amigo de Matías. Dejamos allí todo, y nos vamos a ver a la madre de Matías. ¡Que encuentro más emotivo! Lógico llevaban mucho tiempo sin verse. La madre de Matías es una mujer super vital, muy alegre… Y como todos los argentinos habla muy alto… Jajajaja Pero bueno, después de la visita del médico, vamos a un bar al lado del Río de la Plata a tomarnos una cerveza, y un piscolabis, que son las 5 de la tarde y sólo hemos comido un poco de jamón en casa del Mago. Una cerveza y un lomito completo después (es una especie de hamburguesa pero con filete de ternera), ya se ve la vida de otro color…
Marchamos a nuestras múltiples visitas. Primero a un centro comercial a comprar unos colchones inflables, luego a ver a la hermana de Matías y a su hijo recién nacido (tiene dos semanas), y luego a casa de Quique, otro amigo de Matías… El día se está haciendo súper largo, y ya estoy empezando a estar agotado, entre descansar mal, no parar, el tráfico de esta ciudad que es anárquico…
De vuelta a casa del Mago, nos cenamos unas empanadas argentinas que compró el mago en un sitio de unos amigos suyos, riquísimas… Y poco más, inflar los colchones y a dormir…
Hasta mañana!