El Calafate, 11 de Febrero

¡¡¡Dios Mío!!! ¡¡Las 2:30 horas de la mañana y nosotros en pie!! ¡¡Ahhhh!! ¿Estarán puestas las calles? ¿Habrá taxis?

Nos levantamos de un bote para no quedarnos dormidos, tomamos café y nos vamos al aeropuerto tras llamar a un taxi. Nos dirigimos al Aeroparque (el segundo aeropuerto de la ciudad, entre la ciudad y el Rio de la Plata). Cual es nuestra sorpresa, cuando llegamos y no hay nadie en los mostradores de Aerolíneas Argentinas, y vemos en la pantalla que nuestro vuelo sale… 1 hora más tarde… ¡Oh no! Pues nada, a esperar… Desayunamos, nos paseamos…

Al despegar, pudimos admirar toda la ciudad, como Matías nos prometió… Increíble, debe ser tres veces Madrid por lo menos… Nada más despegar, a dormir, por supuesto.Claro que hubiéramos dormido mucho mejor sin llevar detrás a dos cotorras provenientes de Soria (¿las cotorras son migratorias?) que no callaron en todo el vuelo, y a un volumen considerable. Nuestra paciencia con ellas, en algunos momentos, brilla por su ausencia.

Aterrizamos en El Calafate, tras admirar la inmensidad del Lago Argentino, de color azul turquesa… Increíble! Nos bajamos en un miniaeropuerto y con una ventolera… ¡¡¡Hace fresquete aquí!!! ¡¡¡Qué bien, me voy a poner mi cazadora nueva!!!

Según lo programado, un guía nos está esperando con un cartelito con nuestro nombre. ¡¡Qué chollo nos ha encontrado mi jefe!! Transfer In / Out + Hotel + Excursión al Perito Moreno con GUIA PRIVADO y CHOFER = ¡¡¡GRATIS!!! En fin, nos llevan al hotel situado a las afueras del pueblo, muy cuco y la habitación muy chula. Subimos la maleta y sin poder ni respirar, ya nos están llamando porque está el guía.

Nuestro hotel gratis

Nos llevan en un coche, y nuestra guía (Juliana), nos va contando la historia de El Calafate, el crecimiento que ha sufrido por la masiva llegada de turistas… Una charla muy interesante, la verdad.

Cuando estamos a 7 kilómetros del glaciar, Juliana nos propone hacer una parada para admirarlo desde la lejanía. Madre mía, cómo debe ser de grande, que estamos tan lejos y ¡parece que estamos encima! Hacemos fotos y proseguimos…

EL glaciar desde lejos

Enseguida estamos allí. Quedamos con la guía a las 3 en el aparcamiento, con lo que tenemos dos horas completas para admirarlo con detenimiento desde los miradores. ¡¡Que guay, no podía imaginarme algo tan descomunal!! Según la guía, tiene la misma superficie que toda la ciudad de Buenos Aires… ¡Madre mía! De vez en cuando se oye un ¡CROCK! que es el ruido del hielo al desprenderse de la pared del glaciar y caer.

Despues de malcomer (si vais, lleváos un picnic, que en la cafeteria se come fatal), volvemos al glaciar, con la suerte de poder contemplar en directo cómo cae toda una pared (para que os hagáis una idea, el glaciar tiene 70 metros desde el agua hasta lo alto). Justo en el último momento, porque nos pilló yéndonos a buscar a la guía. Es impresionante el estruendo… Otra cosa que mola muchísimo es el color del hielo, azulado en muchos sitios.

Pared Norte del Glaciar Hielos que caen

Impresionante

Por lo que nos cuentan, están esperando un derrumbe del glaciar. Cada dos o tres años, el glaciar crece hasta interrumpir el flujo de agua entre dos brazos del lago Argentino. Uno de los dos brazos empieza a subir el nivel de sus aguas, hasta que la presión del agua de este brazo es tan descomunal que consigue romper el hielo causando un espectáculo inolvidable… Lástima que no hemos tenido la suerte de contemplarlo, porque debe ser una maravilla poder ver el fenómeno, pero nos ahcemos una pequeña idea con el derrumbe que hemos podido contemplar.

En fin, anonadados por el espectáculo, nos reunimos con la guía, que nos lleva a tomar un ferry que nos permitirá contemplar la pared Sur del glaciar desde los pies mismos del glaciar… Y desde abajo impresiona ¡¡¡Aún más!!!

Pared sur Vaya mole de hielo

En fin, aún alucinando, bajamos del barco y volvemos a montar en el coche que nos devolverá al hotel. Una mezcla de agotamiento y alucine, hace que nos durmamos la hora de camino de vuelta… Una vez en el hotel, paramos un rato para descansar y luego nos vamos a dar una vuelta por el pueblo. Damos una vueltita y a cenar aunque no apetece (aquí anochecce muy tarde, sobre las 11 de la noche, son las 9 y parecen las 6). Entramos en un italiano donde desgustamos una pasta y una milanesa con jamón queso y huevo frito, todo delicioso. El sitio en cuestión está en la calle principal y se llama «La Cocina».

Y poco más, a casa a descansar…

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