Amsterdam, 5 de Diciembre

Buenos días a todos,

Hoy tenemos previsto dar una vuelta por el barrio de Jordaan, uno de los primeros ensanches de la ciudad.

Comenzamos acercándonos al canal Brouwersgratch, uno de los canales más típicos de la ciudad, desde Centraal Station. De hecho, podemos obtener unas buenas fotografías del canal, aprovechando la buena mañana que nos está haciendo:

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Podemos ver la curiosa iglesia Noorderkerk y el mercado de granjeros que se pone a su lado. La iglesia fue la primera que situó en el centro de su planta en cruz, de manera que se púede ver los oficios desde sus cuatro lados. Lamentablemente no está abierta, así que nos quedamos sin poder visitarla, pero el mercado si que nos resulta curioso. Una mezcla entre puestos de antiguedades, curiosidades, ropa de invierno… Ideal para perderse un rato.

Proseguimos nuestra visita continuando por el canal Brouwersgratch, donde podemos ver algunos de las casas flotantes de la ciudad. Al parecer, hay gente que decide comprarse un barco y venirse a vivir al canal, aunque los amarres tampoco son muy económicos que se diga (no recuerdo el precio pero alrededor de los 300 euros al mes).

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Proseguimos por una de las calles del barrio, la Palmdwarsstraat, en la que podemos contemplar los comercios de alimentación del barrio, así como algunas guarderías infantiles. Este es uno de los barrios “bien” de Amsterdam, y se nota que los habitantes tiene buen nivel de vida. Sin embargo, apenas se ven vehículos a motor en este barrio, igual que en el centro de Amsterdam. No se a ciencia cierta si los coches están restringidos o es por la conveniencia de ir en bicicleta a todas partes, pero no hay apenas coches en la ciudad. Esto ayuda a que sea una ciudad bastante tranquila y silenciosa, y da gusto.

Hablando de bicicletas, ¡tened cuidado en Amsterdam y mirar a ambos lados de la calle antes de cruzar! Nunca sabes de dónde puede venir una, y como invadas el carril de bicicletas, a buen seguro que te caerá una buena reprimenda de los ciclistas. ¡Menudos kamikazes con las bicis! hemos visto pasar bicis a centímetros de coches… En fin, lo que más nos ha llamado la atención es que usan la bici para todo, e incluso llevan a los bebés en ellas, ya sea en transportines como los que vemos en españa (sillitas a la espalda del ciclista), como sillitas en el manillar de la bici, como estos ingeniosos apaños en donde los niños pequeños tienen hasta su propio espacio de juegos:

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Si llueve, no hay que temer, ya que ponen un plástico transparente sobre el cajón para que el crío no se empape. Hay muchísimas de estas por toda la ciudad, pero en este barrio parace que hay más, al ser un barrio residencial.

En esta calle, podemos contemplar una casa muy curiosa, con la fachada inclinada hacia un lado:

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En la calle que cruza Weerterstraat encontramos otro mercadillo, muy al estilo del mercado de granjeros. Pero ¡espera! si en realidad contunúa desde la iglesia… jajaja hemos dado un buen rodeo… En fin, contunuamos bajando por la calle Angelierswarsstraat, hasta llegar al canal que delimita el barrio por el Este. Llegando al final, podemos ver la iglesia Westerkerk:

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Giramos a la derecha y continuamos por el canal Rosengratch, hasta llegar a la calle Rozendwarstraat, en la que pudimos ver algunas tiendas de cosas curiosas… ejem

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Después de este paseo por el barrio de Jordaan, tomamos el canal Pinsengracht, hasta volver hasta la iglesia Westerkerk. A su lado se encuentra la famosa casa de Ana Frank, que vemos desde fuera (nos pareción un poco cara la entrada, sinceramente, así que pasamos).

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Con todo este paseo, estábamos hambrientos, así que marchamos al barrio rojo a buscar un lugar para comer. Nada más salir de la plaza Dam, en la calle Damstraat, encontramos un argentino en el que comemos estupendamente, un bife de chorizo y un cuadril. Aunque algunos camameros no son precisamente amables, como en este caso, generalmente los holandeses son muy atentos y amables… En fin, lo importante es que comimos estupendamente.

Después de comer nos acercamos a la Centraal Station, ya que muy cerca de ella se pueden tomar los cruceros que dan la vuelta al casco histórico por los canales. Una horita sin caminar, es algo que se agradece sinceramente, y ver la ciudad desde el canal merece la pena. El señor comandante de la nave nos va contando datos curiosos de la ciudad y de las casas que vamos encontrando, aunque mi inglés no da para entenderle muy bien Sad smile

Después del crucero, volvemos al hotel y cogemos el Netbook, en busca de un bar con WiFi en el que hacer unas gestiones. Enseguida encontramos una taberna, muy cerca del hotel, y que además de Wifi tiene unas medias pintas de cerveza “económicas” para el precio habitual d el alcohol en la ciudad (alrededor de unos 2 euros), y que creo que haremos nuestro lugar habitual de “cañeo” de descanso.

Tras arreglar nuestras gestuones y tomarnos unas cañas, vamos a cenar a un italiano que se encuentra en la calle Paleisstraat, a medio camino entre la plaza Dam y el hotel, que ya habíamos visto en varias ocasiones y que nos perecía que tenía buena pinta. ¡Y que acierto amiguitos! Menudas pizzas de pollo y de jamón con champiñones que nos hemos apretado…

Y tras todas estas aventuras, nos vamos para el hotel para echarnos y descansar que hemos pateado mogollón.

¡Hasta mañana!

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