Bueno, pues tras un sueño reparador bajamos a por el desayuno con tostadas del hotel. Tengo que decir que a pesar de su «glamour», ya estamos bastante más reconciliados con él sobre todo por lo cómoda que es su cama, lo limpito que está todo y el desayuno, que no está del todo mal, ¡hoy hemos descubierto que las cosas dulces las ponen en otra mesa aparte y no las habíamos visto! jajajajaj
En fin, salimos del Corona y partimos dirección suroeste por la Via Nazionale hasta llegar a la Piazza Venezia. Continuamos por el Corso Vittorio Emmanuelle II hasta llegar a las ruinas del Área Sacra di Largo Argentino, lugar reconvertido en un santuario felino. De hecho, de una mirada podemos contar decenas de mininos.
Después giramos a la derecha y después de ver el la estatua del Elefantino, llegamos a la plaza del Panteón, llena de vida, terrazas, y carruajes tirados por caballos. A su lado se encuentra, por supuesto, el Panteón de Roma. El Panteón es la edificación mejor conservada de la Roma clásica. Tras mas de 2000 años, sigue en pie casi como el primer día y se sigue utilizando, de hecho, justo cuando salíamos ya no dejaban entrar a más gente porque iban a oficiar misa.
Como curiosidad, el centro de la cúpula está abierto al aire libre, y cuando llueve, el agua se cuela por agujeros practicados en el suelo de mármol.
Tras un rato admirando sus encantos, decidimos ir hacia la Piazza Navona, donde contemplamos la impresionante Chiesa di Sant Agnese in Agonie, iglesia barroca de impresionante fachada blanca, así como las fuentes del Moro, de Neptuno y de los cuatro ríos. Qué bonito todo!
Tras un rato, salimos de la plaza y atravesamos la avenida de Víctor Manuel II para llegar a la plaza Campo di Fiori, donde hay un mercado tradicional donde comprar adminículos de cocina, especias, pasta, y tiendas de ropa.
Salimos de allí para llegar a la Piazza Farnese, al lado del palacio del mismo nombre. Nos paramos un rato para tomar un riquísimo café (y muy deseado, por lo que nos tardaron en atender, cobrar y traer las vueltas) en una cafetería en la misma plaza.
Tras salir de la Piazza paf! Una paloma, una gaviota, un pterodáctilo, no sé qué carajos era, pero algo gordo seguro, tuvo a bien hacer sus necesidades sobre mi cabeza, cara, camiseta… Menuda gracia! Adiós camiseta, me pongo el jersey que llevaba guardado en la mochila, volvemos a la cafetería donde acabamos de estar para ir al baño y asearme, y en ruta de nuevo… Porque estamos bastante lejos del hotel para volver a cambiarme y así voy bien, si veo algún chiringuito ya compraré otra de repuesto.
En fin basta de lamentos, sigamos disfrutando de la ciudad que nos está resultando preciosa. Es impresionante porque sea la calle que sea por la que te metes, ves un monumento… Enseguida llegamos al rio Tiber y bajamos su curso hasta el Ponte Fabricio, lugar por donde se cruza a través de una islita en medio del rio, llamada Isola.
Llegamos al precioso barrio del Trastevere y sus callejuelas. Decidimos caminar sin mucho rumbo fijo para conocer el barrio pero tratando de orientarnos hacia la Basílica di Santa Maria in Trastevere, pero lo hacemos tan fatalmente que terminamos en la punta opuesta jajajja, pero bueno, no importa porque vemos potenciales sitios para comer. Mapa en mano para no perdernos más, llegamos a ver la basilica, una iglesia que fue construida en el siglo IV, una bonita vista tanto por fuera como por dentro, en la esquina de la plaza del mismo nombre.
Después, volvemos sobre nuestros pasos para buscar alguno de los sitios que vimos antes para comer. Al final acabamos en una terraza en un primer piso sobre una pastelería, donde comemos de menú, bastante bien para el precio que pagamos, y sobre todos tranquilos y apartados del barullo de la ciudad. Si no recuerdo mal, la pastelería está en la Via dei Genovesi, pero no tenía nombre rotulado en la puerta.
La verdad es que llevamos una buena caminata y nos duelen un poco los pies, pero queremos continuar. Volvemos a cruzar el rio, esta vez por el Puente Garibaldi, para llegar a la Sinagoga.
Justo al lado de ella se encuentra el Teatro Marcello, un palacio construido sobre los restos de un anfiteatro.
Continuamos por la Via del Funari para llegar de nuevo al Corso Vittorio Emmanuelle y regresar a la Piazza Navona, la cual bordeamos para tomar la Vía della Scorfa y la Vía Ripetta dirección Piazza del Poppolo.
Vemos el Mausoleo Augusto y nos desviamos hasta la Vía del Corso, que debe ser algo así como nuestra Gran Vía, por la impresionante cantidad de gente que hay, pareciera que hay una fiesta o similar. Por fin llegamos a la Piazza y nos sentamos un rato a descansar y escuchar de paso a un chaval haciendo música de percusión con cubos, sartenes, platillos y otros adminículos… Un crack el tío, menudo ritmo, parecía la Maxima FM, dan ganas de ponerse a bailar jajajaj
Y ya agotados, volvemos hacia el hotel pasando por la plaza de España de nuevo, con la misma vidilla o más que ayer… De camino compramos unas camisetas, nos tomamos una caña y tras descansar un rato en el hotel, bajamos a cenar un menú al lado del hotel.
Y fin de este largo día, tengo que echar cuentas porque hemos debido de caminar una barbaridad, caminando desde las 9 de la mañana hasta las 7 de la tarde solo parando a comer y un par de cafés…