Maratón de Madrid 2025

Bueno, pues tras tres meses de preparación, llegó el día tan esperado: mi primera maratón.

Ha sido el final de un trayecto largo: tres meses de intensos entrenamientos, cinco días a la semana corriendo, muchos días de rodajes largos, 80 kilómetros semanales y un total de 900 kilómetros de preparación…

Durante la semana de la maratón he sido un mar de nervios. Todo el rato pensando en cada detalle: no podía fallar nada. Pedí a amigos que me acompañaran en algunos tramos, elegí las zapatillas, decidí con mi entrenador la estrategia de ritmos, pensé la estrategia de hidratación y suplementación… Todo el mundo me decía que había hecho una preparación increíble, todos confiaban plenamente en mí… pero empezaron a entrarme las dudas. Al parecer es normal: Que si la distancia máxima que había corrido en mi vida eran solo 26 km, que si 42 kilómetros son muchos, que si a ver si me va a pasar algo, que si va a hacer mucho calor… ¡Qué horror! Por otro lado, hace tres semanas hice una media maratón muy buena, con mi mejor marca, así que a algo debía agarrarme para darme confianza. Y además había hecho todo como me dijo el gran Pytu: todos los entrenamientos sin faltar ni uno solo, la carga de hidratos esta semana… así de liado he estado.

Y aunque parecía increíblemente lejos cuando me inscribí hace ya un año, llegó el día. Era el momento de ver si realmente estaba preparado para esto. Suena el despertador a las 6:45. He dormido poquísimo, no solo por los nervios: encima ayer se jugó la Copa del Rey y no me acosté hasta que acabó. Imposible apagar la tele antes.

Pero me levanto como un rayo, porque hay que desayunar bien: un zumo de naranja, unas tostadas con mermelada y un café. Hay que seguir la liturgia de todas las carreras: desayuno, vestirse, ponerse el dorsal, el pulsómetro, vaselina en los pies y otras zonas críticas, calzarse… y al coche. Recojo a mis amigos que también van a correr hoy y hacia el centro de Madrid.

Tras aparcar y el paseo hasta el ropero, me quito ropa y la dejo en la mochila. Hace un viento fresco que me hace tiritar un poco, pero voy solo con un pantalón corto y camiseta de tirantes, porque sé que en cinco kilómetros me va a sobrar todo. Nos encontramos con otros compañeros, nos hacemos fotos de recuerdo y, de paso, relajamos los nervios. A trotar un poquito hasta el cajón de salida.

Salgo en el cajón nº 7, junto con Miguel, José Antonio y Ana. Miguel va a hacerme de liebre: corre la media maratón y me acompañará hasta el kilómetro 19. José Antonio y Ana corren la maratón completa, y el plan es ir juntos hasta donde podamos. También corre Marimar, pero su plan es ir con el globo de las 4 horas. Entramos en el cajón. Las salidas van escalonadas: el primer cajón sale a las 8:45, donde salen los corredores de élite, y luego se va dando salida al resto progresivamente. El mío sale a las 9:35. Se hace así porque hay 45.000 inscritos entre las carreras de 10K, media maratón y maratón completa, y salir todos a la vez es imposible.

Y se da la salida. Comenzamos con prudencia, porque el inicio es duro: se empieza subiendo tres kilómetros por la Castellana desde Emilio Castelar hasta Plaza de Castilla. Vamos los cuatro a ritmo de 5’30″/km según el plan. Bien, calentando las piernas, sin agotarnos en la subida. La cuesta termina en Plaza de Castilla y empezamos a llanear con la ida y vuelta a las Cuatro Torres. Al no haber cuesta, subimos ligeramente el ritmo, pero seguimos según el plan. Al volver a Plaza de Castilla, comienza la bajada por Bravo Murillo. Aquí aligeramos un poco aprovechando la cuesta abajo, nos aceleramos a un ritmo de 5’05″/km, pero bien: vamos bajando, recuperamos el tiempo perdido en la subida. Me siento bien, contento y disfrutando de la carrera. Vemos a Pilar que nos anima ¡y qué ánimos nos da!

En Cuatro Caminos vemos a Miguel Tendi, que con un grito nos pone las pilas. ¡Gracias por los ánimos, tío! Llegamos a Raimundo Fernández Villaverde, cuesta abajo. Me siento bien y sigo a ritmo de 5’00″/km. La carrera toma Francisco Silvela, pasando por varios túneles. Hacemos el km 10 genial, a 4’55″/km. Pasamos por el avituallamiento y bebemos un poco. En el km 11 veo a mis hijas que han venido a animarme, junto con mi prima y su chico, mi tía y mi madre. Qué alegría me dio chocarles las manos. A estas alturas hemos dejado a Ana atrás y José Antonio nos dice que vamos muy rápido, así que sobre el 12 se queda. Pero yo me siento fuerte, así que decido arriesgar y mantener el ritmo. Miguel me está llevando fenomenal. A veces se acelera un poco y le pido que modere el ritmo.

Hacemos los km 13 y 14 bien, entre Doctor Esquerdo, O’Donell, Alcalá y Goya. Y giramos hacia la derecha en la calle Velázquez, y en el km 15 el segundo avituallamiento, tomo el primer gel de carbos con un trago de agua. También veo a las niñas otra vez. Sigo sintiendome muy fuerte y seguimos a ritmo de 5’00″/km hasta que se gira por Diego de León. Cruzamos sobre Castellana de nuevo por el puente de Eduardo Dato. Tomamos la calle Almagro hasta la glorieta de Bilbao, seguimos rápido, ritmo 4’50″/km, empiezo a pensar que este esfuerzo lo voy a lamentar, pero bueno, como estamos bajando, me dejo ir porque voy muy cómodo.

En San Bernardo, avituallamiento, bebo agua y pastilla de sales para compensar todo el sudor. Al final de San Bernardo viene el repecho junto con Gran Vía. pero voy bien, y en Gran Vía esquina Preciados están de nuevo las niñas. Otro empujón de moral bestial. Además me empieza a acompañar Diego el marido de mi prima Guada. Genial porque cuando llegamos a Sol, los recorridos de media maratón y maratón se separan y Miguel continúa su camino. Diego me dice que voy genial, que voy clavando los ritmos y adelantando a mucha gente, esto es el km 20 ya. Pasamos por la plaza de la villa y llegamos a bailén. Aquí en el Palacio Real se me unen Bego y Kike que van a acompañarme hasta meta. 21 kilometros de rodaje se van a hacer conmigo. ¡Unos cracks!

Pasamos la media maratón. 1h49′. Muy rápido para lo planeado. Esto puede ser un éxito increible o el mayor de los fracasos… Vamos a ver. Empiezo a pensar que voy a lamentar el esfuerzo al final. Llegamos a Plaza de España y subimos a Princesa. Seguimos fenomenal, a ritmo 5’05″/km más o menos. Vuelta a chocar las manos a mis niñas. La calle Princesa es un poco hacia arriba y tengo que bajar ligeramente el ritmo, 5’20″/km aprox, pero seguimos bien. Tomamos Marqués de Urquijo con alegría, porque después viene el paseo de Camoens y es cuesta abajo, que lo bajamos a ritmo sub 5′. Otro avituallamiento, agua por la cabeza y segundo gel. Giramos a la izquierda para subir Avenida de Valladolid, que pica un poco para arriba, venga que son dos km, que subimos a ritmo 5’10″/km. Vamos genial. Llegamos a Principe Pío, vuelvo a ver a las niñas, que me dan ánimos, y me anima Dani dándome un chute de energía con sus ánimos. ¡Que gusto de amigos!

Entramos en casa de campo. Avituallamiento, pastilla de sales y trago de agua, me mojo la cabeza. Empiezo a tener calor. Kilómetro 27. A partir de aquí ya todo es una incógnita, porque nunca en mi vida he corrido tanta distancia. De aqui al 30 hay una ligera pendiente ascendente, tengo que bajar el ritmo a 5’30″/km, pero no pasa nada, luego recuperaremos. En el 29 hay otro avituallamiento, otro trago de agua y mojarme la cabeza. A Bego y Kike se les empiezan a acumular las botellas de agua en las manos jajaja

Llegamos al kilometro 30, y emprendemos el camino de vuelta. Aquí, pasado el 31, supongo que el calor me juega una mala pasada y tengo que pararme un momento porque me siento ligeramente mareado. No pasa nada, paramos un minuto, tomo un poco de isotónico con agua que me da Bego, descanso un poco y volvemos a la carga. Se incorpora al grupo Isma que va a acompañarnos un par de km o tres. No vamos del todo mal, un poco más lento de ritmo, pero bueno 5’40″/km no está mal. Vamos poco a poco viendo sensaciones. ¡Si supero esto, esto hay que acabarlo!

Salimos por Puerta del Angel, esta cuesta es dura, pero son 200 metros nada más. De nuevo veo a las niñas que será la última vez que las vea hasta la meta. También me vuelve a animar Miguel Tendi, que nos acompaña unos metros, el tío es un dandy, con su americana y sus zapatos trotando con nosotros y animando como un loco. Y bajamos Paseo de Extremadura. km 34 ya y ritmo 5’40″/km, he tenido que bajar el ritmo, pero empiezo a pensar que voy a poder lograrlo. Las piernas me empiezan a doler, en la casa de campo me empezó a molestar el isquio de la derecha y ahora me empieza a molestar el gemelo de la izquierda. Pero es soportable, ¡seguimosssss!

Recorremos el Paseo de la Ermita del Santo donde Dani vuelve a darme muchos ánimos, dice que se me ve muy entero. Me da mucha confianza que se me vea tan bien desde fuera porque yo me empiezo a sentir muy cansado. Aqui hay que bajar hasta el puente de San Isidro, que lo hacemos a ritmo 5’30″/km, un poco dolorido pero logro aguantar. Aqui veo a un asistente y le pido que me eche un poco de reflex en el gemelo, que no me viene nada mal. Después de esto, viene el Paseo de la Virgen del Puerto, que sigue siendo llano y vamos aguantando.

Pero llega el km 37 y la subida a la meta. ¡ah amigo! vamos a ver de que material estamos hechos. La subida por la calle Segovia es dura, la logramos completar como podemos, tengo que bajar a ritmo de 6’30″/km pero bueno, algo así me esperaba. Giramos en la Ronda de Segovia, que baja un poquito, y me recompongo. Llegamos al 38 y al Paseo Imperial. Ya de aquí a la meta es todo hacia arriba, así que a aguantar como se pueda. ¡esto lo acabo ya como sea! Ya con un ritmo bajo, 6′ y algo, y con mucho sufrimiento en las piernas. Pero aun así, adelantando a mucha gente que le toca caminar. Hay que apretar los dientes. Bego y Kike todo el rato dándome ánimos diciendo que lo estoy haciendo muy bien y que no pasa nada por tener que bajar el ritmo que lo importante es que vaya bien. Un 10 por los tres, yendo a por las botellas y abriéndomelas para que yo no tenga que pensar nada más que en correr.

Llego a Atocha, y viene Pytu con un bote de reflex que ha pedido prestado, y me pregunta ¿donde te duele? le digo ¡¡¡¡TODO!!!! y me vacía el bote en las piernas. Y me acompaña los ultimos 2 kilómetros dándome ánimos como solo él sabe. El ultimo kilómetro es realmente emocionante con todo el mundo en la linea de meta dando ánimos, y ahí ya, acabo a ritmo de 6’00″/km. Emoción, ganas de llorar, orgullo, ¡lo he logrado!

Recojo la medalla, me encuentro con los compañeros, todos estamos bien, hemos acabado genial. yo he logrado hacer 3 horas 52 minutos. Exactamente el tiempo que me predijo Pytu. Brujerías de los entrenadores, supongo. Jose Antonio, dos minutos más que yo, Ana, creo que cinco más. Marimar bajó también de las 4 horas. Nos hacemos miles de fotos, recogemos la bolsa finisher, me como el plátano, y voy a ver a las niñas, que se van a ir a comer para celebrarlo. Yo me encamino a la grabación de la medalla con mi nombre y mi marca, en 5′ está hecho, y vuelvo al ropero a buscar mi mochila y al resto de compis.

Y nada, ya se ha acabado. De momento no quiero pensar en más carreras. Primero hay que recuperarse de esta que tengo las piernas muertas. Me queda un paseo de más de un kilómetro al coche que creo que se me va a hacer muy largo jajajaja

Y mientras camino hacia el coche, charlando con Vicky, con cada paso que doy siento una mezcla de dolor físico y satisfacción emocional difícil de explicar. El cuerpo protesta por el esfuerzo, pero la mente flota en una nube de orgullo. En cada semáforo que tengo que esperar me dan ganas de sentarme en la acera, pero también pienso: “Si he corrido 42 kilómetros, ¿cómo no voy a caminar uno más?”.

Al llegar al coche, me quito las zapatillas como si fueran de plomo. Los pies, los gemelos, todo duele. Pero, ¿sabes qué? Duele bien. Duele a victoria. A haber empujado los límites. Me pongo ropa cómoda, me siento, y ahí me viene todo de golpe. Las imágenes de toda la carrera, desde la subida inicial por Castellana hasta la locura de la gente animando en meta. Las manos de mis hijas. Los gritos de mis amigos. El cariño de mis liebres. El calor, las cuestas, los geles, el reflex, todo.

Y me doy cuenta de algo importante: no solo he corrido una maratón. He construido una historia. Kilómetro a kilómetro, he dado forma a un reto que hace un año me parecía un sueño imposible. Lo que más me emociona no es solo cruzar la meta, sino haber tenido a tanta gente empujando conmigo. Familia, amigos, compañeros de entrenos, incluso desconocidos que gritaban mi nombre desde el público. Esa es la magia de la maratón. No corres solo. Nunca corres solo.

Ahora, ya en casa, después de un baño caliente, empiezo a asimilar lo que ha pasado. El cuerpo destrozado, pero el corazón lleno. Lo he conseguido. Soy maratoniano. Ya nadie me lo puede quitar. No sé cuándo será la próxima —aunque sé que habrá próxima— pero esta primera… esta no se olvida nunca.

Gracias a todos los que me habéis acompañado en este camino. A Pytu por su sabiduría y confianza. A mis amigos por no soltarme ni un metro. A mi familia por entender los sacrificios. A mí mismo, por no rendirme.

Hoy, por fin, puedo decirlo con todas las letras: he corrido una maratón.

Scroll al inicio