¡Vamos! ¡vamos que es nuestro último día y hay que intentar ver todo lo posible!
Como no puede ser marcharnos de Estambul sin ver Santa Sofía, lo primero del día es ir a visitarla, que no se nos pase que teniéndola al lado del hotel no la hemos visitado aún, ya nos vale.
Sigue haciendo mucho frío hoy por lo que la espera en la entrada se nos hace algo larga, pero bueno, no habremos tardado más de 5 minutos en entrar.
Desde luego, desde fuera es algo impresionante, pero nada comparado con lo que nos espera dentro. Santa Sofía ahora es un museo, desde luego el más imponente de los que haya estado nunca.
Estas son algunas de las vistas del interior de Santa Sofía. En su parte superior existe un museo donde se aún se conservan algunos frescos de la época bizantina de la catedral, en la foto aparece en el centro la Virgen María con Jesus, y a su lado uno de los emperadores. En la segunda, el Arcangel San Gabriel, en la bóveda de la fachada principal.
Tras la visita, tomamos el tranvía hasta Eminonu, desde donde tomamos un ferry para llegar a la parte asiática de la ciudad. Hacemos caso a Pepe Ramos y cogemos uno de los ferrys “normales” evitando los de turistas, ahorrandonos casi 5 euros por cabeza… Que bien contar con vuestros consejos en facebook!
Por primera vez (si no contamos alguna escala en un aeropuerto) podemos decir que ¡hemos pisado Asia! Y resulta que en Asia sigue haciendo el mismo frío que en Europa, como unos 2º que vemos al bajar del ferry, que de sensación térmica hace mucho menos, la leche que fríooooo!
En fin, lo primero que queremos hacer es ir a visitar la Torre de Leandro, un islote en el que existe un antiguo faro, bastante pintoresco y digno de ver. Ahora es un restaurante, aunque en su momento llegó a ser aduana o lugar de cuarentena durante una epidemia de cólera.
Tras ver el faro contemplando al fondo las mezquitas del lado europeo, desandamos nuestros pasos para contemplar las tres mezquitas que están al lado del puerto de Uskudar, las mezquitas de Iskele, de Yeni Valide y de Semsi Pasa. Algunas las logramos visitar pero otras tenemos que dejarlo pues están rezando. Son mezquitas más pequeñas que las que hemos visto anteriormente, pero igualmente acogedoras.
Con el frío que hace y alguna señora es capaz de ir con este calzado de madera… ¿estamos locos?
Tras ver las mezquitas nos damos un paseo por el barrio, y antes de tomar el ferry de vuelta, nos comemos un durüm kebab delicioso en un sitio cualquiera de la calle Caoglan.
Sin tiempo a reposar tomamos el ferry de vuelta a Eminonu y de ahí tomamos un autobús que nos acerca al barrio de Eyup. Queremos ver su mezquita, lugar de peregrinación para los musulmanes puesto que Eyup fue el porta estandarte de Mahoma, y sus restos yacen aquí.
Decir que en esta mezquita se respira mucho fervor religioso, y eso, combinado con que parece que siempre están rezando dentro, nos hace desistir de entrar en ella. Preferimos no molestar.
A cambio, damos un paseo por el cementerio de Eyup, lugar donde podemos comprobar como comparten sitio lápidas otomanas, bizantinas y turcas. Sinceramente es un paseo bastante agradable aún con el ruido de los cuervos sobre nuestras cabezas, subiendo la ladera a pie hasta llegar al famoso café Pierre Loti, situado en la estación superior del teleférico. Desde allí hay unas increíbles vistas de la ciudad, pero con el tiempo se quedan en modestas vistas de la mezquita y el cementerio.
Tras disfrutar un rato de la panorámica, desandamos el camino volviendo hasta la mezquita para comprobar de nuevo que no parece buena idea entrar. Así que decidimos dar una pequeña vuelta por el barrio y luego volver al barrio del hotel.
Tomamos otro autobús que abandonamos en el barrio de Fatih. Ahí podemos ver durante un momento la mezquita de Fatih, y continuamos ya a pie por la calle Macar Kardesler. Y encontramos uno de los acueductos que surtían de agua en su momento la Cisterna de la Basílica.
Continuamos el descenso de la calle y vemos la Mezquita del Príncipe (Sehzade), y continuamos nuestro camino.
Nos desviamos para tratar de ver Suleymaniye de nuevo, aunque a la hora que llegamos está ya todo cerrado, así que decidimos ya volver al hotel, no sin antes cenarnos algo.
Estamos agotados y helados. Pero la verdad es que el viaje ha merecido la pena. Estamos convencidos de que la ciudad con sol debe ser algo increíble de ver, porque nos ha conquistado sin poder disfrutar una de sus magníficas puestas de sol. Espero tener la oportunidad de volver, esta vez con más tiempo para disfrutarla con más tranquilidad.
Muchas gracias por leer nuestro modesto diario de viaje, espero no haberos aburrido ni haberos hecho sangrar los ojos con alguna falta de ortografía o alguna inexactitud histórica…
Ahora me voy a acostar que mañana a las 4 de la mañana nos suena el despertador para ir al aeropuerto… Argh!
Un abrazo!