Lisboa, 29 de agosto 

Nos levantamos alrededor de las 9 de la mañana, a las chicas les ha costado un poco despertar, yo llevaba una hora con el ojo abierto deseando aprovechar la mañana pero quería dejarles descansar un rato, que hoy tocará caminar un buen rato.

Tras un acalorado desenredo de pelo, bajamos a la calle a desayunar. Enseguida llegamos a una cafetería, justo donde hay una señora pidiendo dinero con unos conejitos… Ahí pedimos unos pasteles de Belem, unos zumos de naranja, cafés y leches… todo muy bueno.

El plan es ir al barrio de Belem, así que vamos a buscar el tranvía que nos acerque. De camino encontramos la casa portuguesa del pastel de bacalao, así que, por si no volvemos a pasar por aquí, decidimos probar el que dicen que es el más rico de la ciudad. Y diréis que exagerado no? Pues creo que no exageran es una especie de buñuelo de bacalao pero relleno de queso, muy sabroso y rico! Salimos de allí a punto de reventar porque no hacía ni 30’ de que habíamos desayunado.

La mitad del croquetón

En fin, llegamos a la plaza del comercio a buscar el tranvía 15 que es el que nos llevará a Belem, y como está en obras la calle no transitan tranvías. Caminamos un poco buscando una alternativa, hasta que encontramos la parada del autobús… tras una breve espera y 2€ por cabeza del billete, llegamos a Belem tras unos 20’ de trayecto.

Primero vamos a ver el monumento a los descubrimientos, monumento levantado en memoria del infante Enrique el navegante y donde se pueden observar 33 esculturas en memoria de personalidades famosas en relación con los viajes de ultramar portugueses.

Monumento a los descubrimientos

Tras un rato de paseo desde allí y un sol de justicia llegamos a visitar la torre de Belem, antigua prisión/ fortaleza de defensa primero y luego aduana de importación.

Torre de Belem

Tras estar un rato por la zona, y alucinar de la cantidad de gente que hay, desandamos el camino para llegar al monasterio de los Jerónimos. Nos parece muy bonito por el exterior, pero como digo hay unas colas de gente larguísimas que nos desaniman de entrar en cualquiera de los 3 monumentos. Aún así nos han encantado.

Cómo está tan lejos toca buscar medio de trasporte. Se me ocurre que puede ser buena idea tomar un tuktuk de vuelta y ¡fue muy divertido! La conductora, una guapa portuense que nos estuvo amenizando el camino de vuelta contándonos cosas de los diferentes edificios que íbamos pasando, y de paso conquistando mi corazón jajaja Nuestra bella conductora nos deja en la Rua de Carvalho o pink street Que llamo ella… muy bonita la verdad.

La vistosa «Pink street»

Íbamos a ir a comer al barrio alto y seguimos sus indicaciones por la cuesta de Rua de Alecrim hasta la Praça de Camões en la que nos desviamos a la izquierda por la Rua de Loreto hasta que llegamos al ascensor de Bica. Tras hacerle una foto buscamos un sitio para comer.

Ascensor de Bica

Justo al lado, en la Rua Luz Soriano, entramos en un restaurante llamado Floresta do Camariz. Conocemos muy bien y fenomenalmente atendidos, yo un bife portugués y las chicas una pasta carbonara. Todo muy rico.

Proseguimos por la calle hasta llegar al parque de Estrela. Ahí damos un paseo a la sombra de los árboles que nos está machacando el sol y nos sentamos a comer un helado.

Tras un rato en el parque, nos montamos en el tranvía 28, que nos acerca de nuevo a la Rua Augusta. Volvemos al hotel un rato a descansar, cargar el móvil y darnos una ducha. Observó con horror los estragos del sol en mi cara y cuello. 

Sobre las 7, una vez refrescados, volvemos a salir a dar una vuelta. El plan es ir a cenar por el barrio de Chiado, así que, para no volver a subir cuestas, bajamos hacia la plaza del comercio, luego tomamos la Rua de São Paulo y llegamos a la parada inferior del ascensor de Bica. Tras una breve espera y 3,8€ por cabeza (el precio incluye dos viajes) subimos de nuevo al barrio alto.  Ha cambiado de ambiente en el barrio del mediodia a ahora, antes estaba tranquilo, ahora hay muchos bares y gente de cañas en la puerta de los bares o sentada a los lados de las vias del ascensor.

Volvemos al Chiado y callejeamos un poco para buscar un sitio para cenar. Encontramos un sitio de cocina portuguesa que nos gusta y entramos, el sitio muy bien, la comida buenísima (almejas, pulpo a la brasa, picaña) y de precio un poquito más caro que el resto de sitios en que hemos comido pero sin volvernos locos 25€ persona aprox.

Y nada, ya de vuelta a descansar, comprobamos la vida nocturna de Chiado con actuaciones de músicos callejeros y gente bailando la Macarena… 5’ más caminando y llegamos al hotel. Un día genial hoy!