Madrid, 9 de Diciembre

Ay, hoy acaba nuestro viaje. Lástima, lo bueno acaba pronto, pero al menos nuestro vuelo sale por la tarde y tenemos unas horas para dar un paseo.

Salimos a desayunar sobre las 11 y en la cafetería desayunamos manjares como siempre, destaco un huevo frito con tomate natural y queso fundido que estaba tremendo. Regresamos al hotel a terminar la maleta y prepararnos para irnos. Por cierto, fatal el hotel, a las 12:03 nos llaman a la habitación para que desalojáramos la habitación, 3 minutos de margen? En fin…

Comenzamos el paseo desde la Plaza Dam, descendiendo hacia el barrio de los canales del sur, llegando a la plaza Rembrandtplein. Siempre me ha gustado mucho la vida de esta plaza, y ahora en navidades está decorada con muchos puestitos e incluso un nacimiento con árboles de navidad y renos.

Continuamos hacia Voldenspark o parque del pueblo. Este parque es una especie de Central Park en versión Amsterdam, con muchos caminitos para pasear, lagos y bancos para las familias. Se pueden ver (cómo no) muchos ciclistas recorriendo el parque de arriba abajo, gente haciendo footing y familias pasando el día.

Después fuimos de nuevo a Museumplein, para dar un paseíto por entre los museos, y luego seguidamente, subimos de nuevo hacia la plaza Dam. Antes de llegar a ella, nos desplazamos hacia el barrio rojo para despedirnos.

Y después volvemos al hotel para recuperar las maletas y marcharnos. Cuando vamos a abandonar Amsterdam, antes de llegar a la estación de tren, nos despedimos con un hasta pronto de la ciudad. Nunca se sabe, yo ya he estado cuatro veces con esta aquí, así que algo tendrá…

Y poco más queda que contar, tren desde la Centraal Station hasta el aeropuerto de Schiphol, un par de horas de espera para embarcar en el avión de EasyJet (por cierto, no estoy hecho para las low-cost y sus embarques en plan marica el último), y viaje. Lo mejor de todo, Blanca nos esperaba en el aeropuerto con sus abuelos para darnos la bienvenida, y tan contenta que se ha puesto.

En fin, ¡ya estamos en casita!

Una ciudad fantástica. Por si tenéis pensado ir, es una ciudad relativamente cara, más que Madrid al menos, sobre todo el alcohol es casi prohibitivo (lo más barato que hemos llegado a encontrar, 4,5 euros una pinta de cerveza, el resto de alcohol lo flipas), la comida y la bebida también bastante cara, y el resto de cosas más o menos el precio que aquí. La gasolina es cara (1,66 euros el litro de gasolina 95), es preferible alojaros en el centro si lo podéis elegir (a 7 euros el tren ida y vuelta a Schiphol, enseguida se amortiza y tienes el hotel cerca). Se puede llegar a todo andando, y si os apetece, alquilar bicis, aunque seguro que cuesta tener la maestría que tienen los holandeses con el tráfico ciclista, a nosotros nos ha echado para atrás el frío.

Y nada, espero en breve poder contaros otro viajecito. ¡Gracias por leernos!

Amsterdam, 8 de Diciembre

Nos levantamos prontito con pesar, la cama del hotel Etap atrapa, pero hay que levantarse pronto que queremos visitar otra ciudad declarada patrimonio de la humanidad, Gante. Está aproximadamente a 50 kilómetros de Brujas, y nos pilla de camino de vuelta a Amsterdam, así que, ¿por qué no? Así que salimos de la cama prontito, hacemos la maleta y al coche pronto, ya desayunaremos allí.

En aproximadamente 40 minutos llegamos a Gante. Siguiendo las indicaciones del GPS nos metemos en el centro centro, ¡vaya! parece que nos hemos metido tanto en el centro que nos hemos debido pasar algún prohibido, porque los semáforos son solo de tranvías… ¡Ups! Nos damos la vuelta corriendo esperando que no nos vea nadie, y buscamos un parking.

Dejamos el coche, desayunamos un café con croissant, y procedemos a turistear.

Imaginaos nuestro asombro cuando encontramos esta vista, parece salida de un cuento:

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Estamos sobre el Puente de San Miguel o Sint-Michelsbrug, desde donde se puede ver la Sint-Niklaaskerk o Iglesia de San Nicolás, la cual está abierta al público y podemos pasar a admirar. Es realmente bonita. Os pongo una foto de su altar.

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Continuamos paseando por la calle principal hasta la plaza de San Bavón (Sint-Baafsplein), donde podemos contemplar la Torre Belfort y la magnífica Catedral de San Bavón (Sint-baafskathedraal):

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Y tienen canales, cómo no, este viaje parece patrocinado por Canal plus jejeje… En gante confluyen dos ríos, el Lys y el Escalda. De hecho el nombre de Gante proviene de la palabra celta ganda que significa confluencia. Como curiosidad decir que parte de la riqueza de la ciudad proviene de que el río Escalda es navegable desde el mar.

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Después de esto, nos perdimos por la ciudad admirando tanta belleza. Y a cada esquina que doblas, igual te encuentras un castillo, que una iglesia…

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Tras un ratito, nos montamos en el coche y nos dirigimos a Amsterdam de nuevo, con un poco de pena porque nos hubiera gustado disfrutar más esta ciudad. Es una ciudad estudiantil, con lo que su vida nocturna debe ser bastante ajetreada. Al parecer, reciben muchísimos Erasmus españoles. Y por cierto, hablando de españoles, esta semana el español podría ser declarado idioma oficial, o al menos en el mayoritario. Todas las personas que te cruzas hablan español, es impresionante. Para que luego digan de la crisis.

De camino, comimos en un restaurante de paso, justo a la entrada de Holanda ya, un delicioso bocadillo de salmón (María) y otro de Rostbeef y tarta de chocolate y frambuesa (yo). ¡¡¡Buenísimo!!! Y después, nos tragamos un atasquito de unos cuantos kilómetros por culpa de un puente levadizo, ¡que mala pata!

De vuelta en Ámsterdam, dejamos el coche en Avis y volvemos al hotel para seguidamente ir hacia nuestra parroquia-bar a tomarnos una cerveza y tratar de actualizar el blog sin éxito. Así que para celebrar lo bien que lo estamos pasando, nos tenemos que tomar unas pintas. jijiji.

Y finalmente, nos vamos a cenar a un restaurante italiano en el barrio rojo. Un restaurante pasable la verdad, nos pudo el hambre y entramos al primero que vimos.

Y después, a dormir y ¡hasta mañana!

Brujas, 7 de Diciembre

Hoy nos levantamos muy prontito, porque tenemos previsto viajar a Bélgica a ver Brujas y Gante. Anteayer reservamos un coche de alquiler y un hotel en las afueras de Brujas, así que pronto preparamos una maleta y nos damos un paseo para ir a buscar nuestro cochecito, un Citroën C1.

A las 9 estamos en marcha y motorizados. Y gracias al GPS, enseguida estamos en dirección a Brujas. Impresionante las autopistas holandesas, y la cantidad de camiones que viajan dirección Bélgica, ocupan un carril para ellos solos y a veces el segundo también. A la mitad de camino, paramos a comer un bocadillo y un café para desayunar en un Deli Fresh.

Sobre las 12 llegamos a Brujas sin mayor novedad, salvo la lluvia al principio del viaje y luego el sol cegador en la segunda mitad del viaje. Que no se me entienda mal, que se agradece el sol, pero en estas fechas no sube mucho el sol en el horizonte y molesta para conducir. Pero a lo que vamos, llegamos sin problemas. Nos registramos en el hotel Etap, cercano a la estación de tren. Una habitación muy chiquitita, pensada al milímetro, pero muy cómoda y más que suficiente para pasar una noche.

Y ahora, al turisteo!!! A patear la ciudad, el coche se queda aparcado en un descampado al lado del hotel… Estamos deseando descubrir todos los rincones que podamos de esta ciudad declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO.

Lo primero que vemos es el monasterio de las monjas Beguinas:

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Después de esto, teniendo en cuenta las horas que son, y para tratar de aprovechar las horas de sol lo más posible, decidimos comer algo rápido, y adivinad que es lo primero que decidimos comer en Bélgica… ¡Claro! Unos gofres calentitos. Deliciosos, yo no puedo evitar repetir jejeje

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Tras esta gochada, tomamos la Katelinestraat para ver los principales monumentos de la ciudad.

Aquí parte de Memligmuseum.

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Y aquí tenemos la iglesia de Notre-dame o Onze-leve-Vrouwerk:

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Es impresionante, a cada esquina que doblas es una sorpresa, entre monumentos y canales.

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Seguidamente, bajando por la calle Steenstraat cruzamos un mercadito en la plaza Simon-Stevinplein donde se podrían comprar muchos tipos de comida belga, sobre todo patatas y hot-dogs. Siguendo la misma calle llegamos a la plaza Markt, en la que se encuentra el palacio provincial o Provinciaal Hof, y un mercado navideño con incluso una pista de patinaje sobre hielo donde jugaban muchos niños.

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Seguimos a la plaza Burg, donde encontramos el ayuntamiento o Gothig hall – Stadhuis.

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Y continuamos nuestro paseo por el centro histórico donde podemos encontrar miles de rincones especiales de los que rescato algunos.

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Finalmente tomamos camino al este de la ciudad, donde pudimos ver alguna de las puertas de entrada de la ciudad y sus históricos molinos de viento.

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Después de la pateada paramos a tomar una birrita y descansar y volevemos sobre nuestros pasos para merendar-cenar en el primer mercado que nos encontramos, unas patatas fritas y un perrito con cebolla caramelizada que estaban que lo petaban, y nosotros también. Aunque el resto de días hemos comido bien y sano, hoy hemos comido bien, pero sano lo que se dice sano no.

Solo nos quedaba orientarnos casi a oscuras dirección al hotel y esperar a ver si había suerte para ver el Real Madrid-Ajax, que al no poder verlo, pues no había otra cosa que hacer que dormir y descansar…

¡Hasta mañana!

Amsterdam, 6 de Diciembre

¡Buenos días!

Nuestro propósito el día de hoy es visitar los museos de la ciudad, al menos los más importantes. Para la elección ayuda el tiempo, ya que hemos estado oyendo toda la noche llover con ganas. Por cierto, hasta ahora el tiempo nos ha respetado bastante, hemos tenido mucha suerte ya que a pesar de las previsiones, no nos ha caído aún una gota encima.

Nos levantamos con parsimonia sobre las 11 de la mañana, ya nos vale, la verdad, pero hoy tocaba descansar, que los dos primeros días nos los hemos tomado con avaricia. Lo primero desayunamos camino de los museos, así que emprendemos la búsqueda de un lugar para al menos tomar un café. Encontramos uno en la calle Leibestraat, un local especializado en brunch, desayunos y comidas. Nos tomamos un café delicioso y una cookie con chocolate gigante escuchando música clásica, parece que el lugar nos anticipa el día cultureta jejeje. Lástima que no recuerdo el nombre del local, puesto que es para recomendarlo.

Retomamos el camino a los museos. Casi accidentalmente nos encontramos con el Bloemenmarkt o Mercado de las Flores, especializado en la venta de bulbos y semillas, y aprovechando la coyuntura aprovechamos para comprar unos cuantos bulbos de tulipan.

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Tomamos la calle Vijzelstraat, que nos acompañará hasta la fábrica de Heineken. A mitad de la calle encontramos una deliciosa tienda de juguetes para niños, donde pudimos realizar una pequeña comprita exprés para Blanca. Y llegamos a la fábrica de Heineken, que seguro que a muchos os gustará conocer:

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Nosotros posponemos la visita para más adelante si es que nos da tiempo. Antes queremos ver otros museos. Enseguida llegamos al Rijksmuseum (Museo Nacional) y al Museo de Van Gogh:

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Tras un breve paseo por la plaza Museumplein, comenzamos la visita museística.

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Comenzamos viendo el Museo Van Gogh, contemplando parte de su obra así como de otros artistas amigos como Bernard, Monet, o Gaugin. 14 euros por persona.

una vez concluida la visita nos zampamos unos perritos en un puesto callejero con cebolla frita que nos saben a caviar, ¡estábamos con un hambre de leones! Y una vez avituallados, pasamos a ver el Rijksmuseum. Este museo alberga obras de Rembrandt y otros maestros holandeses como Vermeer. Como curiosidad, la entrada cuesta 12.50 euros, pero al ir a pagar con la tarjeta de ING, la dependienta nos anunció muy cantarina que por ser clientes, nos correspondía un 50% de descuento. Y sobre este museo, la verdad, me gusta mucho más el arte hiperrealista de Rembrandt, supongo que como no entiendo de arte, es fácil impresionarme con cuadros que asemejan a fotografías.

Tras este paseo abandonamos el barrio de los museos acompañados de un ligero granizo. ¡Ya decía yo que habíamos tenido mucha suerte!

Terminamos la excursión, acercándonos al hotel a descansar un rato y esperar a ver si escampa. Tras un ratillo, una ducha para recuperar el calorcito y que dejara de llover, acudimos a nuestra taberna a tomar una cerveza, actualizar el blog y tratar de hablar (como siempre, sin conseguirlo) con nuestra hija. Ten hijos para esto, para que no quieran hablar contigo. jejeje

Después de recargar el tanque, vamos a cenar. Esta vez decidimos hacer caso a la Lonely Planet y vamos a cenar a un restaurante holandés dedicado sobre todo a tortillas y crepes, llamado Pancake Bakery, en Prinsengracht, muy cerquita de la casa de Ana Frank. Aqui nos cenamos una crepes impresionantes de bacon, champiñon y queso (María) y de carne con pimentón y ensalada (yo). Delicioso, terminamos llenísimos y encantados.

Por cierto, hay españoles por todos lados. Impresionante, en el restaurante de anoche, creo que las 10 o 12 mesas que tenían eran todos españoles. En la cena de hoy sólo un par de mesas. Se nota el Puente de la Constitución.

Hasta mañana!

Amsterdam, 5 de Diciembre

Buenos días a todos,

Hoy tenemos previsto dar una vuelta por el barrio de Jordaan, uno de los primeros ensanches de la ciudad.

Comenzamos acercándonos al canal Brouwersgratch, uno de los canales más típicos de la ciudad, desde Centraal Station. De hecho, podemos obtener unas buenas fotografías del canal, aprovechando la buena mañana que nos está haciendo:

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Podemos ver la curiosa iglesia Noorderkerk y el mercado de granjeros que se pone a su lado. La iglesia fue la primera que situó en el centro de su planta en cruz, de manera que se púede ver los oficios desde sus cuatro lados. Lamentablemente no está abierta, así que nos quedamos sin poder visitarla, pero el mercado si que nos resulta curioso. Una mezcla entre puestos de antiguedades, curiosidades, ropa de invierno… Ideal para perderse un rato.

Proseguimos nuestra visita continuando por el canal Brouwersgratch, donde podemos ver algunos de las casas flotantes de la ciudad. Al parecer, hay gente que decide comprarse un barco y venirse a vivir al canal, aunque los amarres tampoco son muy económicos que se diga (no recuerdo el precio pero alrededor de los 300 euros al mes).

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Proseguimos por una de las calles del barrio, la Palmdwarsstraat, en la que podemos contemplar los comercios de alimentación del barrio, así como algunas guarderías infantiles. Este es uno de los barrios “bien” de Amsterdam, y se nota que los habitantes tiene buen nivel de vida. Sin embargo, apenas se ven vehículos a motor en este barrio, igual que en el centro de Amsterdam. No se a ciencia cierta si los coches están restringidos o es por la conveniencia de ir en bicicleta a todas partes, pero no hay apenas coches en la ciudad. Esto ayuda a que sea una ciudad bastante tranquila y silenciosa, y da gusto.

Hablando de bicicletas, ¡tened cuidado en Amsterdam y mirar a ambos lados de la calle antes de cruzar! Nunca sabes de dónde puede venir una, y como invadas el carril de bicicletas, a buen seguro que te caerá una buena reprimenda de los ciclistas. ¡Menudos kamikazes con las bicis! hemos visto pasar bicis a centímetros de coches… En fin, lo que más nos ha llamado la atención es que usan la bici para todo, e incluso llevan a los bebés en ellas, ya sea en transportines como los que vemos en españa (sillitas a la espalda del ciclista), como sillitas en el manillar de la bici, como estos ingeniosos apaños en donde los niños pequeños tienen hasta su propio espacio de juegos:

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Si llueve, no hay que temer, ya que ponen un plástico transparente sobre el cajón para que el crío no se empape. Hay muchísimas de estas por toda la ciudad, pero en este barrio parace que hay más, al ser un barrio residencial.

En esta calle, podemos contemplar una casa muy curiosa, con la fachada inclinada hacia un lado:

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En la calle que cruza Weerterstraat encontramos otro mercadillo, muy al estilo del mercado de granjeros. Pero ¡espera! si en realidad contunúa desde la iglesia… jajaja hemos dado un buen rodeo… En fin, contunuamos bajando por la calle Angelierswarsstraat, hasta llegar al canal que delimita el barrio por el Este. Llegando al final, podemos ver la iglesia Westerkerk:

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Giramos a la derecha y continuamos por el canal Rosengratch, hasta llegar a la calle Rozendwarstraat, en la que pudimos ver algunas tiendas de cosas curiosas… ejem

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Después de este paseo por el barrio de Jordaan, tomamos el canal Pinsengracht, hasta volver hasta la iglesia Westerkerk. A su lado se encuentra la famosa casa de Ana Frank, que vemos desde fuera (nos pareción un poco cara la entrada, sinceramente, así que pasamos).

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Con todo este paseo, estábamos hambrientos, así que marchamos al barrio rojo a buscar un lugar para comer. Nada más salir de la plaza Dam, en la calle Damstraat, encontramos un argentino en el que comemos estupendamente, un bife de chorizo y un cuadril. Aunque algunos camameros no son precisamente amables, como en este caso, generalmente los holandeses son muy atentos y amables… En fin, lo importante es que comimos estupendamente.

Después de comer nos acercamos a la Centraal Station, ya que muy cerca de ella se pueden tomar los cruceros que dan la vuelta al casco histórico por los canales. Una horita sin caminar, es algo que se agradece sinceramente, y ver la ciudad desde el canal merece la pena. El señor comandante de la nave nos va contando datos curiosos de la ciudad y de las casas que vamos encontrando, aunque mi inglés no da para entenderle muy bien Sad smile

Después del crucero, volvemos al hotel y cogemos el Netbook, en busca de un bar con WiFi en el que hacer unas gestiones. Enseguida encontramos una taberna, muy cerca del hotel, y que además de Wifi tiene unas medias pintas de cerveza “económicas” para el precio habitual d el alcohol en la ciudad (alrededor de unos 2 euros), y que creo que haremos nuestro lugar habitual de “cañeo” de descanso.

Tras arreglar nuestras gestuones y tomarnos unas cañas, vamos a cenar a un italiano que se encuentra en la calle Paleisstraat, a medio camino entre la plaza Dam y el hotel, que ya habíamos visto en varias ocasiones y que nos perecía que tenía buena pinta. ¡Y que acierto amiguitos! Menudas pizzas de pollo y de jamón con champiñones que nos hemos apretado…

Y tras todas estas aventuras, nos vamos para el hotel para echarnos y descansar que hemos pateado mogollón.

¡Hasta mañana!

Amsterdam, 4 de Diciembre

– “Juanjo, ¿qué hora es?”

– “Las cinco y cuarto. ¡Nos hemos dormido!”

De un sobresalto comenza nuestro viaje del puente de Diciembre. Visitaremos Ámsterdam, la ciudad de los tulipanes, pero claro, primero tenemos que tomar el avión, y casi nos dormimos, menos mal que María oyó su despertador de refilón, porque casi nos quedamos roque. Llamamos a Vicky, nuestra taxista de esta ocasión, nos lavamos y vestimos, cerramos las maletitas y nos vamos.

A las 6 estamos en el aeropuerto listos para tomar el avión de EasyJet. Antes, claro, hay que pasar el control de seguridad. A veces te dan ganas de venir desnudo desde casa y vestirte después del arco, de todo lo que tienes que quitarte y luego volver a ponerte… Y como casi no llevamos capas de ropa puesta para evitar facturar (un par de forros polares, las botas de montaña, etc), pues que casi haces un striptease ahí mismo…

Bueno, que me enrollo más de la cuenta. Una vez embarcado y cogido el asiento (pudimos pillar dos asientos contiguos), en cinco minutos caemos como troncos, de hecho, nos hicimos todo el vuelo dormidos, quitando algún anuncio de productos que venden en vuelo que nos despierta.

Pero enseguida estamos en el aeropuerto de Schipol, así que tras descender el avión nos dirigimos a comprar los billetes de tren en la máquina expendedora. Es fácil el proceso de compra, pero nos cuesta 7,60 euros (más gastos de tarjeta) el billete para dos a Amsterdam Central. El viaje en si es rápido (tarda aproximadamente 10 minutos) y enseguida nos deja en esta preciosa estación de tren:

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Recorremos la calle Damrak que nos lleva a la plaza Dam, centro de la ciudad. Lo primero es buscar nuestro hotel, El Rembrandt Classic, a dos canales de la plaza Dam (unos cinco minutos a pie). Son las 11 de la mañana, asi que por no estar con las maletas en la mano decidimos probar suerte por si tuvieran una habitación lista, ya que en principio la hora de entrada es a las 2 de la tarde. Enseguida encontramos nuestro hotelito y por suerte nos dan habitación, así podemos dejar las maletas y dedicarnos a patear la ciudad. Por cierto, la habitación muy limpia y amplia, sin grandes lujos pero funcional y cómoda, que es lo importante, parece que un poquito fría…

Bueno, pues decidimos emprender la marcha por el centro de la ciudad. Comenzamos por el barrio medieval, dando un paseo por algunas de sus calles hasta llegar a la Plaza Dam, con su palacio real al fondo y la Nieuwe Kerk o nueva catedral. Como dato curioso, en esta catedral es donde se corona a los nuevos reyes holandeses:

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Al lado del monumento nacional, pudimos ver unos alegres músicos disfrazados que tocaban alegres piezas (igual nos estaban recibiendo, quién sabe).

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Tomamos la Nieuwendijk que es la calle más comercial de Ámsterdam. Realmente no tiene mucha historia, es como darse un paseo por cualquier centro comercial en Madrid, tiendas multinacionales de moda y comida rápida sobre todo. Quizás puede ser interesante alguna tienda para hacer alguna comprita, no descarto algún día mirar algún vaquero si me sobra tiempo. Nosotros de momento la dejamos atrás y nos encaminamos al barrio rojo o Red lights district.

Podemos pasear por entre algunas de sus calles, observando la mezcla de gentes del lugar. Realmente es impresionante comprobar como conviven pacíficamente en un mismo espacio, gente de marcha, prostitutas, camellos, turistas, policías… Es un barrio chino diferente, desde luego. No se ven muchos comercios chinos, y lo único que indica que es un barrio chino son los letreros en chino en las calles. Mientras paseamos, podemos ver como algunas chicas ofrecen sus servicios, muy ligeras de ropa, en puertas acristaladas alumbradas con fluorescentes rojos. Dicho todo sea de paso, algunas muy guapas y otras “monstruitos”… Me hubiera gustado hacer algún retrato, pero no quise arriesgarme a un altercado por fotografiar a alguna chica, al parecer no es de su agrado ser fotografiadas.

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Enseguida llegamos a Nieuwmarkt. Recuerdo esta plaza de la nochevieja que pasé aquí en el año 2004, y la cantidad de miles de petardos que tiraron aquí los lugareños. Esta plaza era punto de carga y descarga de mercancías antaño. Hoy, con mucha más luz, podemos comprobar cómo tiene casi la misma vida que el resto del barrio rojo, muchos bares, cafés, y restaurantes alrededor.

Después seguimos caminando hacia el sur, pasando por las calles del barrio judío (Jodenbreestraat) hasta llegar al Waterlooplein, plaza en la que ponen un mercado de antigüedades y ropa, desgraciadamente no está abierto, así que nos quedamos con las ganas de gastarnos algún eurillo. Pasamos al lado de Stopera que es el ayuntamiento-opera de la ciudad, edificio moderno de ladrillo visto que desentona con el resto de la cuidad, pero en sus canales podemos hacer fotos curiosas, no se si se apreciará, pero se ve como cada casa tiene una pequeña inclinación diferente:

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Antiguamente, al construir las casas, se pagaba por metros de fachada y por metros cuadrados de suelo. Es por esto que las casas de Ámsterdam son tan estrechas y a la vez, tienen la fachada inclinada (la parte superior más hacia fuera que la inferior). Además, al ser tan estrechas sería un problema hacer mudanzas, así que todas las casas tienen un palo en su parte superior de manera que los muebles se puedan introducir en las casas por las ventanas.

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Continuando nuestro camino, llegamos a la universidad de Ámsterdam. Pudimos contemplar sus instalaciones e incluso pudimos ver un curioso “mercadillo” de libros de segunda mano, que aun a pesar de estar en la calle, olía a libro añejo:

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Aquí finalizamos nuestro paseo, perdiéndonos de nuevo por los dominios del barrio rojo, esta vez de noche. Ahora el negocio de las luces rojas esta a pleno rendimiento, con gran cantidad de chicas en sus escaparates.

Decidimos cerrar unas Croketen en la cadena FEBO de comida rápida. Estos establecimientos tienen la curiosidad de vender sus platos a través de una especie de máquinas expendedoras, en las que pones tu euro y coges tu bocado calentito. Pudimos probar diferentes Kriketten de sabores de ternera y cordero picante, así como unas pequeñas Kipburger, unas hamburguesitas de pollo deliciosas.

Ya es de noche. Tomamos rumbo a nuestro hotel, admirando la vida nocturna de la ciudad, sus canales…

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Y mañana más, amiguitos.