Bueno, nuestro último día completo en Canadá. Desayunamos nuestro café con muffin de las mañanas, y nos abrigamos esperando un día de frío, tras el día de ayer… Pero va a ser que nos equivocamos, en realidad hace mucho calor y humedad… A sudar de nuevo. Joé tenemos el cuerpo hecho un lío tras dos días templados, y otros dos bastante fríos, no esperabamos tanto calor ¡otra vez!
Bueno, hemos estado visitando la vieja Quebec.
Tras bajar del coche, fuera de la muralla, podemos admirar el Parlament Hill, es super chulo, creo que en parte es un hotel para el gobierno «nacional», que aquí en Quebec son bastante nacionalistas ellos…
La muralla, del siglo XVIII, está como el primer día. Se nota que se venden como la única ciudad amurallada de norteamérica porque la cuidan con mucho esmero. Después, paseamos por la Citadelle, que es la fortaleza de la ciudad, aunque está el acceso bastante restringido a los civiles, asi que la pasamos casi de refilón, y tras eso, bajamos bordeándola por una pasarela y unas escalinatas que van franqueando la muralla de la ciudad. Aquí podemos admirar una buenas vistas del río St. Lawrence y el puerto de la ciudad, donde por cierto, hay atracados un par de transatlánticos alucinantes… Vaya «botes»…
Tras bajar de la ciudad hemos visto de cerca el centro de la ciudad y el «Hotel de Ville» (entrecomillado, no sé por qué hemos rebautizado así al Chateau Frontenac).
Tras esto, primera visita a las tiendas de souvenirs y a comer a un sitio que vimos ayer, cerca de donde el steak de caballo… Maris ha comido ensalada y canelones y yo crema de verduras y salmón. delicioso todo… tras comer, de vuelta a las compras y al calorcito… Dios mío, si no hemos visitado todas las tiendas de regalos de Quebec, es porque alguna habrá escondida por alguna callejuela que no hemos visto. Cuando en la misión ya reina el desánimo Maris ha tenido una idea genial… ¡Camisetas y marcapáginas a discreción! Y dicho y hecho, ya tenemos casi todos los regalos comprados.
En estos momentos ya vuelve el sentido del humor a nosotros, momento en el que, tras una sagaz ocurrencia por mi parte mientras Maris bebe, acaba en sifonazo y atragantamiento (bueno, conato de atragantamiento), y luego ataque de risa… De todos modos, esto de vagabundear por las tiendas agota, aasí que como la misión está cumplida y mañana toca madrugar mucho, nos vamos al Royal a hacer la maleta y acostarnos prontito.
Maris lo logra, pero con el calor que hace, yo estoy desvelao y escribiendo esto a las 12 y pico… Dios que «mañana» hay que levantarse a las 3 de la mañana… No se si por mi parte, el madrugue se convertirá en trasnoche… De momento y para hacer sueño me releo nuestro diario, y veo que he recalcado un poco de más las «penumbras» del viaje, nada más lejos d ela realidad, está resultando el mejor viaje y más divertido que he hecho nunca. ¡Vaya pedazo de honeymoon nos estamos pegando! Y ahora nos queda disfrutar de ¡la playa, el sol y los daiquiris!