Nos levantamos como siempre, con la hora pegada para llegar al bufé desayuno… Por 15 minutos… Nos gusta vivir peligrosamente jajaja
Tras el desayuno, hacemos el check-out y nos dirigimos al Parque Nacional de Plitvice, que lo tenemos a tiro de piedra, no nos hace falta ni coger coche para llegar, porque nos alojamos anoche en el Hotel Jezaro, a unos pocos metros de los lagos. Este es el parque:
Aún no nos imaginamos la belleza que vamos a contemplar. Compramos los tickets de entrada al parque (110 Kunas, aproximadamente 15 euros) y tomamos un bus-tren que nos acerca a los lagos superiores. Cuando bajamos nos quedamos alucinados con la claridad cristalina de las aguas y el color azulado / turquesa de los lagos. Llegamos a la conclusión de que nos encontramos ante el paraíso de los pececitos, los patos y las ranas croatas 🙂
Pero esto no es lo más impresionante del parque ni mucho menos. El parque consta de una serie de lagos que comunican entre ellos. Algo así como las Lagunas de Ruidera pero a lo bestia. Y lo más espectacular son las caidas de agua entre lago y lago:
Y otra cosa a destacar, es lo limpio que está todo el parque (no hemos visto nada de porquería por ningún lado) y lo bien cuidado que tienen los pasos entre los lagos, muchas veces pasamos por encima de la caída de agua, en pasos construídos con troncos.
Como siempre lo peor el tiempo, hoy lo hemos pasado realmente mal con el calor y la humedad… ¡¡¡Mandadnos un poco de fresquito para aquí!!!
Después de 4 horas y media de caminata, nos montamos en el coche y tiramos hacia Split. Tras el viaje nos cuesta más de la cuenta encontrar la casa que tenemos alquilada. No tenemos más que el mapa que viene en la Lonely Planet (bastante malo) y encima no nos enteramos de las calles, parece que todas nos vienen contra dirección. Al final decidimos aparcar y buscar la casa andando para descubir que la calle donde está la casa es la primera calle en la que estuvimos a punto de entrar pero una señal de prohibido circular nos hizo dar la vuelta (esta está en croata así que no sabbíamos si es para taxis o para nosotros).
Cuando llegamos a la dirección nos toca hacer de intérpretes de un señor español que no habla ningún idioma más que el de Cervantes. Resulta que el señor quería hacer funcionar la wifi y el dueño de las casas no lograba hacerse entender con el…
En fin, al fin llegamos a nuestra casita para los próximos tres días. Tras una ducha para recuperar el body del cansancio vamos a cenar y conocer la fortaleza del Palacio del Diocleciano, partimonio de la UNESCO, construido entre el 295 y 305 d.c. Sinceramente, hasta ahora Split nos había parecido bastante feo (sobre todo por las mil vueltas que hemos dado para encontrar la casa), pero esta ciudad amurallada nos ha hecho cambiar de opinión… ¡Nos ha encantado! Es como pasear por una ciudad medieval, incluso hemos podido pasear por una terraza en la que la gente se sentaba en cojines en los escalones de una plaza, al más puro estilo romano… ¡Les faltaban las togas! 😀
Y poco más, nos despedimos hasta mañana.